Tartamudez en niños
Intentamos que este documento sirva para tranquilizar a los padres y al entorno del niño que tartamudea. Su objetivo es proporcionar información y reflexión. Se trata de entender qué es el tartamudeo.
El tartamudeo en niños de 2, 3 ó 4 años
El tartamudeo es una discapacidad. Este trastorno de la comunicación que afecta a la facultad de la palabra es un obstáculo en la vida de la persona que lo sufre. El sufrimiento causado es proporcional a las dificultades que la persona tiene para hablar. Los problemas que tienen para comunicarse las personas que tartamudean agravan su sufrimiento.
El tartamudeo severo sigue siendo, es cierto, un trastorno poco común en niños pequeños. Pero cuando lo tiene un adulto, es profundamente debilitante y generador de un gran sufrimiento psicológico.
El tartamudeo puede describirse como una serie de expresiones accidentadas. Por lo general, se relaciona con repeticiones de sonidos con o sin movimiento involuntario como parpadeo de los ojos, sílabas, bloqueo, movimiento de la cabeza…
El tartamudeo aparece en según qué momentos
La tartamudez puede aparecer en el intercambio de palabras con otras personas pero no al cantar. Hay personas que no tartamudean cuando hablan solas.
¿Cuáles son los síntomas de la tartamudez infantil?
La tartamudez tiene manifestaciones visibles y audibles como el tartamudeo, movimientos involuntarios de acompañamiento y comportamientos ocultos como vergüenza, frustración, ira…
Podemos decir que un niño tartamudea cuando observamos uno o más de estos síntomas:
- Cuando sentimos que hace esfuerzos para hablar y, al final, abandona lo que quería decir.
- Cuando repite o prolonga sonidos y no mira a su interlocutor.
Por lo general, el tartamudeo comienza entre los 2 y 4 años (en el momento de la adquisición del habla y del lenguaje).
Es importante intervenir a tiempo
Cada niño que tartamudea es único y se comporta de manera diferente. La frecuencia y severidad de la tartamudez varían de un niño a otro y, también, las reacciones provocadas en los niños y sus acompañantes (varían mucho dependiendo de los diferentes momentos del día).
Sin embargo, puede que no se establezca el trastorno en el niño que empieza a tartamudear y se le atiende rápidamente.
Las consecuencias de la tartamudez infantil
Este trastorno de la comunicación como principal motor de las relaciones humanas aísla, a menudo, a las personas que tartamudean.
Estas personas tienen que lidiar con sentimientos de vergüenza, falta de autoestima y miedo a tener que hablar. Se enfrentan a la ignorancia de este trastorno en el mundo que les rodea, a la burla y, a veces, a faltas de respeto.
Situación en Europa de la tartamudez infantil
- El tartamudeo está universalmente distribuido.
- En Europa, lo sufre un 1% de la población.
- La tartamudez afecta a 1 mujer por cada 3 hombres. Puede afectar a todas las categorías culturales y sociales.
¿Por qué un niño tartamudea?
En los niños, no hay una causa sino una combinación de factores.
Factores predisponentes
- Genética. El riesgo de tener un niño que tartamudea es tres veces mayor cuando el padre es tartamudo.
- Sufrimiento psicológico durante la infancia.
- Dificultades en el desarrollo del habla y el lenguaje. En el 40% de los casos, el tartamudeo se asocia con el retraso del habla.
Factores precipitantes
- El nacimiento de un hermano menor.
- La entrada a la escuela.
- Dificultades de socialización.
- Rupturas.
- Enfermedades.
- Estrés.
- Conflictos.
- Episodios de desempleo.
- Pérdida de puntos de referencia.
- Luto.
- Pérdida de una mascota.
- Menor disponibilidad de los padres.
- Infecciones del oído y otitis media.
- Fuentes de tensión.
- Nacimiento de otro hermano.
- Problemas de salud, hospitalizaciones y familiares enfermos.
Los factores que perpetúan la tartamudez
- Cada esfuerzo solicitado por los otros o por uno mismo para hablar.
- Requisitos de formación excesiva o inadecuada en relación con la edad del niño. Por ejemplo, aprendizajes tales como la higiene, el orden y la cortesía.
- Las actitudes de negación.
- Las reacciones del niño ante las dificultades.
- Actitudes verbales y no verbales por parte de la familia.
- Las reacciones del niño a las actitudes de su entorno.
- Una comunicación familiar limitada.
Sin embargo, uno solo de estos factores no es suficiente para desencadenar un tartamudeo.
¿Qué siente el niño cuando tartamudea?
El lenguaje se adquiere desde niño en un deseo de comprender a los demás y ser comprendido.
El niño que tartamudea puede sufrir burlas y sentir la incomprensión de los demás.
A menudo, el niño está convencido de que lo hace mal porque si tartamudea puede que le digan que «habla mal».
El niño se siente perplejo al no ser capaz de hablar y sus reacciones pueden ser muchas: ira, retraimiento, lloros, caprichos…
Un niño que tartamudea pierde gradualmente la confianza en sí mismo. Siente una sensación de fracaso o impotencia cuando se atasca o distorsiona una palabra.
La tartamudez en los niños causa preocupación en sus familiares.
Un niño que tartamudea puede atravesar grandes períodos de fragilidad intelectual, física y psicológica.
El tartamudeo puede conducirle a la frustración y, finalmente, al aislamiento y la ansiedad.
Es importante hablar con el niño de su tartamudez
Es importante hablar con el niño de su tartamudeo. Es esencial decirle que sabes que se siente ansioso o triste. Será de gran ayuda que hables abiertamente con el niño sobre su tartamudez. Tienes que explicarle que no debe tener miedo a ser juzgado por su problema.
Es importante no crear un tabú ni conspiración del silencio en torno al tartamudeo.
La importancia de la prevención del tartamudeo
La experiencia clínica demuestra que es muy eficaz hacer una terapia del habla preventiva desde la edad de 2 años.
Por el contrario, cuanto más haya «aprendido» el niño a tartamudear, más compleja será su recuperación. La intervención de los padres responderá al tartamudeo del niño y ajustará el nivel de exigencia a sus capacidades actuales.
El factor genético es reconocido pero no inevitable La generalización de esta prevención se traducirá en una disminución significativa en el número de personas que tartamudean.
En todos los casos, la intervención temprana es urgente. De hecho, la cronicidad comienza cuando el niño lucha con las palabras o hace esfuerzos para evitar situaciones o palabras.
La primera de las prioridades es que los niños dejen la tartamudez.
¿Cómo debo ayudar a mi hijo?
A menudo, los padres sienten ante la tartamudez de sus hijos un fuerte sentimiento de culpa. Pero, la investigación certifica dice que no son culpables de este tartamudeo. Por contra, la misma investigación argumenta que la intervención temprana de los padres puede asegurar la curación.
Ser parte activa
El padre deberá escuchar lo que su hijo dice y centrarse en lo que quiere decir.
Si su hijo está bloqueado, el padre debe mostrar interés y proponer una palabra que enganche el final de la frase.
También, debe decirle al niño que entiende lo que le quiere decir para que tenga la sensación de ser comprendido. Esto permitirá que gane confianza en lo que dice.
Cuidar el gesto
Mostrarse ante el niño con un dulce gesto en la cara, ponerle una mano en el hombro para tranquilizarle y estar con él, es lo que los padres deben hacer.
Intercambiar palabras con tu hijo
Realiza una pregunta a tu hijo y no se la vuelvas a repetir rápidamente.
Dale tiempo para responder. Tu hijo no tiene por qué sentirse presionado para hablar.
Escucha la respuesta.
Reduce el número de opciones disponibles para simplificar su tarea.
Ten cuidado con los cambios de conversación demasiado rápidos. No es necesario cambiar de tema cuando el niño tropieza o distorsiona una palabra.
Demuéstrale que le entiendes y dale un modelo accesible. Puede ser una etapa de transición necesaria para el lenguaje del bebé.
Tu atención debe centrarse en lo que dice tu hijo y no en la forma de sus palabras. Háblale en voz baja. Dile frases cortas con entonación musical, ritmo lento y descansos frecuentes. El niño necesita escuchar frases simples y cortas.
Escucharle
Si estás ocupado y no puedes dedicarle toda tu atención, dile que le escucharás cuando termines (no te olvides de hacerlo).
Es importante que te asegures de que entiende lo que le quieres decir.
Colócate cerca de él. No le hables de un extremo a otro de la casa.
Que el niño no tenga que hacer ningún esfuerzo para escucharte y entenderte.
Pasar todo el tiempo que puedas con tu hijo
Añade intensidad al tiempo que pasas con tu hijo.
Dale tiempo para que te escuche e introduce múltiples pausas en tu discurso.
Es esencial que crees momentos de disponibilidad total. Serán momentos perfectos para leer un libro, jugar, preparar un pastel, ver dibujos animados, pintar un dibujo, darle un abrazo o una pequeña charla. Disfruta del placer de compartir tu tiempo con él.
Asegúrate de reducir diariamente fuentes de excitación como la fatiga y el estrés.
Puedes notar fatiga en el niño debido al rendimiento de las actividades de la semana. También, excitación por la televisión, muchas personas en el hogar y sus emociones. Todo esto puede dificultar la fluidez de tu hijo. Durante los próximos meses será necesario garantizar su descanso. En el entorno familiar deberá haber una excitación reducida y razonable. De esta manera, sentirá la presión del tiempo con menos fuerza.
Atenúa las limitaciones en sus días.
No le presiones a través de órdenes verbales como «rápido, vamos a llegar tarde, date prisa…».
Dale tiempo para que tenga sus propias experiencias sin aportar soluciones demasiado rápidamente.
Respetar las normas
Nunca interrumpas a tu hijo, ni termines en su lugar rápidamente la palabra que está diciendo.
Si te sientes en la necesidad de hacerlo, haz una formulación cercana a lo que crees que significa en modo relajado e interrogativo.
Debes apoyar a tu hijo en el intercambio de palabras manteniendo el contacto visual y consiguiendo que se sienta relajado.
Actitud positiva
Felicita a tu niño tan a menudo como sea posible.
Consuélale si está visiblemente frustrado por no ser capaz de hablar de manera fácil y fluida. Por ejemplo: «No te preocupes. Sé que es difícil. Estoy a tu lado y te estoy escuchando».
Tranquiliza al niño diciéndole que acabará con su tartamudeo.
Alégrate y anímale cuando tenga algún logro. Es necesario darle todo el apoyo necesario.
Cambia las formulaciones negativas por advertencia más positivas. El decirle «Mira bien porque te vas a caer». Se convertirá en «Vete con cuidado porque las rocas son resbaladizas».
Un adecuado nivel de requisitos
El niño debe tener metas educativas según su edad. Asegúrate de que no esperas demasiado de tu hijo en cuanto a fluidez de palabras o en otras áreas (orden, limpieza, vestir, cortesía…).
Ayúdale para que no se coloque demasiado alto el listón de rendimiento.
Dale un margen para el error. «Todo el mundo puede cometer errores. No tiene ninguna importancia». Señálale tus propios errores cuando se presente la oportunidad.
Sé coherente en tu discurso y en tus acciones como padre.
Los padres consiguen un sinfín de pequeños cambios con todas estas propuestas (estos cambios comienzan en la infancia). Con ellos, el niño verá más allá de las palabras y encontrará su lugar en la familia.
Implicar a la familia y a los amigos
Quienes están alrededor del niño deberán aprender a ser socios activos.
El niño que tartamudea es frágil y necesita apoyo y aliento. Los comentarios referentes a su forma de hablar no serán bienvenidos.
A los hermanos mayores habrá que hacerles entender que su hermano tiene dificultad para hablar. Es esencial para evitar los celos durante este período.
Es importante que en la casa cada niño pueda decir lo que tenga que decir. El niño deberá saber que su turno llegará y que, después, el turno será de otra persona. Se necesita tiempo para hablar y saber cuándo parar para que las otras personas hablan a su vez.
Anima a toda la familia (hermanos, hermanas, abuelos…) a ralentizar la velocidad de sus palabras. Sus palabras serán utilizadas como modelo por el niño que tartamudea. Pídele lo mismo al entorno del niño.
Garantízale al niño los estímulos adecuados dependiendo de su edad, sensibilidad, emociones, e intereses.
La participación de la familia es un elemento esencial en el mantenimiento de la fluidez de las palabras. El trabajo en equipo es muy importante.
La niñera, la guardería, la escuela
Los padres pueden aplicar todo lo que saben para ayudar, acompañar y apoyar al niño en su tartamudez.
Los padres, el maestro, la niñera…, utilizarán palabras más suaves y se adaptarán a las palabras del niño cuando se quiera expresar. Es esencial hacerlo con flexibilidad y apoyo.
Se deberán explicar las atenciones especiales dirigidas a estos niños para evitar malentendidos y celos.
El comportamiento del entorno
Los esfuerzos para orientar al niño a hablar «mejor» refuerzan el tartamudeo.
Dale consejos sobre cómo calmarse. Dile que se tome su tiempo. Que hable más despacio. Decirle «date prisa», le llevará a la idea de que debe hacer esfuerzos para hablar. Estos esfuerzos, por desgracia, aumentarán su tartamudeo.
La falsa indiferencia de los que les rodean y el no prestar atención a las palabras accidentadas pretendiendo que no existen, pueden llevar a una comunicación sin relación con el contexto y sin tener en cuenta al interlocutor.
Esta actitud está motivada por el deseo de no aumentar la ansiedad del niño y, por lo general, produce una buena sensación. Pero, por desgracia, esta actitud es insuficiente para sacar al niño del tartamudeo.
Cuando se interrumpe el contacto visual de manera frecuente y, a veces, de manera no consciente, se pueden producir señales negativas como la aceleración, las interrupciones… Estas señales convencen al niño de que estuvo mal lo que hizo.
Es preferible utilizar estructuras de oraciones y un vocabulario sencillo, adaptado.
También, es esencial que no se toleren burlas en el entorno o un mal manejo de la situación.
Si el niño tiene momentos de decepción, tristeza o desánimo, anímale y tranquilízale.
- Consuélale repitiendo que se «curará».
- Encuentra tiempo para divertirte con él.
- Anticipa la cita con el terapeuta si estás preocupado.
La auténtica comunicación se produce al escuchar, comprender, compartir ideas y emociones en cualquiera de sus formas.
Ejemplos de conducta a adoptar en situaciones de la vida cotidiana
Papá o mamá lee un libro
Cada día, los padres deben estar disponibles para su hijo (pueden alternarse si lo desean). Los padres ofrecerán libros con imágenes para que el niño elija. Será un libro que le hará feliz. Puede ser un libro sin texto, el niño comenzará por donde quiera, por el final si así lo desea.
El padre le dirá lo que sucede en la imagen señalándolo con el dedo. Mamá o papá utilizarán un lenguaje accesible con palabras simples, un tono natural y un ritmo adecuado a las posibilidades y capacidades del niño. El niño hará preguntas y los padres le darán respuestas.
El niño no debe, en cualquier caso, sentirse obligado a hablar. Puede sentirse aliviado por las palabras, la historia, la voz de su madre o padre.
El niño podrá expresarse en cualquier momento y, si lo desea, compartir la construcción de la narrativa. También puede optar por permanecer en silencio.
Las imágenes, aprender el vocabulario…, restauran el valor del intercambio de la comunicación y el placer de estar juntos contando o escuchando una historia.
Mamá y papá juegan en la alfombra
El encuentro con tu hijo puede estar en torno a un libro o un juego.
Antes, deberás hacerte algunas preguntas:
¿Cómo debo jugar con mi niño?
¿Cuál es el juego adecuado?
¿Este juego no será demasiado largo para sus capacidades?
¿Es el lugar apropiado para este juego?
¿Mi hijo está colocado correctamente?
¿Estoy cerca de él?
¿Estoy realmente disponible con el televisor, radio, móvil y ordenador apagados?
Deberás atender las propuestas del niño si respondes positivamente a estas preguntas.
El padre puede decir en voz alta la acción que está planeando «Vamos a ponerle este vestido. ¿No será demasiado pequeño?». Y esperar a que el niño participe.
Para jugar con su hijo, los padres tendrán en cuenta las disposiciones descritas en la lectura de imágenes.
El padre sabe que su hijo necesita mucha atención y que con dedicación y paciencia resolverán la situación.
One Response
Gracias por la información, me ha resultado bastante interesante y útil.