Niños caprichosos, ¿es normal?
Tu hijo no es consentido ni grosero, pero tiene que decir “no” y poner a prueba tus límites. La pregunta es cómo hacer frente a sus estados de ánimo.
Charlotte grita porque no quieren darle un dulce. Jeremías hace un berrinche porque no se le permite mirar su tercera cinta de vídeo. Valentín rueda sobre el suelo en el supermercado para que le compren el coche rojo que ve en el estante.
Tu hijo es caprichoso y con cada «crisis», la duda te asalta. «¿Soy demasiado tolerante?». “¿Demasiado dura?». «¿Mi hijo es así porque no soy una buena madre?». «¿Si cedo a sus caprichos será peor?”.
Todos los niños son caprichosos. Es normal, dicen los psicólogos.
¿Qué es un capricho? «Es la manifestación de un deseo irresistible que no cuenta con la aprobación de los padres», dice Christine Brunet, psicoterapeuta. El desenlace tiene tres etapas: el niño expresa un deseo, los padres dicen «no» y el pequeño se enfada.
¿Por qué es caprichoso?
Freud demostró que dos «leyes» rigen la psique de todo el mundo: el proceso de «principio del placer» por el cual el individuo busca satisfacer sus deseos, y el «principio de realidad» que nos obliga a aplazar o alterar nuestros deseos para adaptarnos a la realidad.
El niño quiere un helado de fresa pero no hay ninguno en la nevera. No quiere salir del parque y ya es hora de irse. Se niega a poner su anorak y está nevando… «A diferencia de los adultos, los niños no tienen elementos de análisis que les permitan entender la realidad», dice Patrick Estrade, psicoterapeuta.
El bebé se cree el centro del mundo. Cuando crece descubre que su familia puede tener deseos diferentes a los suyos.
Justine quiere quedarse en casa para jugar con sus muñecas, pero es fin de semana y sus padres han planeado un picnic en el campo.
Por otra parte, el niño necesita oponerse a sus padres para afirmarse como sujeto. Esta fase del «no» es muy constructiva para él. Expresa pensamientos, deseos y emociones.
«Más preocupante sería un niño totalmente bueno y obediente. El niño debe ajustarse a los deseos de sus padres», dice Christine Brunet. «El niño también necesita sentir la fuerza de los padres, sentir los límites», dice Patrick Estrade. “También, el niño pondrá a prueba qué tan lejos puede llegar”.
¿A qué edad comienzan?
Entre los 18 meses y los 2 años, los niños dicen su primer «no». Un bebé que llora en su cuna no lo hace por capricho. Expresa una necesidad: comer, ser cambiado, abrazado… ¿A qué edad terminan los caprichos? Los psicólogos consideran que en «la edad de la razón».
A los 7 años, el niño ha interiorizado una serie de normas sociales y valores morales. Se hace más propenso a aceptar las exigencias de la realidad. Más allá de esta edad, el conflicto se mueve a otros registros: las salidas, los amigos, los cigarrillos…
¿Cómo tratar a un niño caprichoso?
Intenta entenderle. Él, quizás, prefería ponerse otro calzado. Tal vez le estés haciendo caminar demasiado rápido. Tal vez no quiera ir en esa dirección. No siempre el niño sabe expresar sus deseos con palabras y se queja con gritos.
Debes determinar los límites que deseas para tu hijo. Pero, cuando le digas «no», explícale siempre por qué. El niño necesita respuestas claras y precisas. «El papel de los padres es traducirle la realidad», dice Patrick Estrade. Si el niño se irrita evita frases como: «Eres ridículo por ponerte así». «Deja de llorar». «No tienes vergüenza».
Tu hijo no se siente feliz y tiene derecho a expresarlo. Dile: «Entiendo que estés enojado, pero no estoy de acuerdo contigo «, etc.
Aceptar y acompañar al niño en esta emoción es reconocerle como una persona completa. Le ayudará a calmar su dolor. Enséñale a canalizar su energía.
“Cuando el niño tenga 6 o 7 años, muéstrale que tú también tienes límites», aconseja Catalina Mathelin, psicoanalista, en un programa dedicado a este tema («Teva Psycho»). El niño también quiere tu opinión.
Si le muestras que tú mismo no siempre haces lo que quieres, podrá aceptar mejor las limitaciones que le impones.
Cuando se cruza la línea
Cada vez que te niegas a uno de sus deseos, tu hijo se golpea contra las paredes, rompe todo en la casa… Sus ataques son violentos y frecuentes. ¿Qué hacer? ¿Esperar pacientemente hasta que pase la tormenta? En esta delicada cuestión, las opiniones de los psicólogos divergen
«Mejor no echar más leña al fuego”, aconseja Patrick Estrade. “Cuando el niño se mete en esos estados, por lo general, no es necesario hacerlo».
Lo más importante es cuestionar los motivos de estas crisis porque están lejos de ser un simple capricho. «El niño expresa soledad. Está desesperado y desorientado”, dice Patrick Estrade. Es como decir: «Estoy solo en el mundo y no puedes hacer nada por mí». “Detrás de esta ira se encuentra una gran necesidad de amor y afecto».
El rey niño, ¿cómo lidiar con un hijo caprichoso?
El rey niño, el llanto, la desobediencia, las provocaciones… Tu hijo se muestra caprichoso y ya no sabes qué hacer. Intentas argumentar y negociar. Algunos padres pierden su autoridad. Es el rey niño quien dicta las reglas.
La toma de posesión del rey niño
Muchas veces nos preguntamos por qué los padres no se oponen a la conducta de su hijos si ellos no la aprueban.
¿Amar a tu hijo significa permitirle todo? Seguro que no. Un comportamiento demasiado liberal y sin reglas logrará que el niño pierda el respeto a sus padres.
A veces, los niños rechazan toda forma de autoridad. Los padres, generalmente, terminan cediendo pero tan pronto como un capricho se satisface surge otro y así sucesivamente. En la escuela, el niño no respeta la autoridad del maestro. Su comportamiento oscila entre falta de voluntad y negativa para participar en las actividades escolares.
El rey niño, acostumbrado a recibir sin tener que dar, se convertirá en un adolescente perezoso y egoísta. En la edad adulta, poco acostumbrado al esfuerzo y respeto, tendrá que luchar para encontrar un trabajo y conservarlo. Su egoísmo pondrá en peligro el equilibrio de su matrimonio. Sus relaciones con los demás se verán distorsionadas por su falta de comprensión, etc.
¿Qué deben hacer los padres?
Atrapados entre sus obligaciones laborales y familiares, los padres, si son demasiado autoritarios, tienen miedo a hacer daño a sus hijos y construyen una relación en un sistema educativo basado en el «todo vale».
Para crecer fuerte y fomentar el respeto por el otro, el niño necesita ser dirigido con autoridad.
Los niños necesitan marcadores para establecer sus propias reglas. Ciertamente, el afecto y la confianza fomentan el desarrollo intelectual y emocional del niño, pero es importante decir «no» de vez en cuando.
Para enseñar a tu hijo a comportarse en público y en familia, tienes que marcarle límites que no debe cruzar. Pero, recuerda que tienes que darle ejemplo. Establece tus límites y dale buen ejemplo.
Al niño debes explicarle tus decisiones. Cuando le niegues algo debes explicarle con tus propias palabras por qué lo haces. De esta forma comprenderá mejor lo que motiva tu decisión.
Estas ideas te ayudarán a encontrar tus propios puntos de referencia para que tu hijo reciba la mejor educación posible.
La cortesía y el respeto como reglas básicas
Como padre, tienes la responsabilidad de inculcarle cortesía y buenos modales al niño. Enséñele a decir «hola», «adiós», «por favor», «gracias»… Castígale cuando se porte mal. Son cosas esenciales para su desarrollo. El cumplimiento de estas reglas tiene que hacerle entender que no está solo en el mundo.
En casa enséñale a ser ordenado comenzando por su dormitorio. A partir de los 4 años de edad debe ser capaz de almacenar los juguetes, no dejar sus cosas en el suelo, etc.
Cuando crezca pídele que te ayude con las tareas domésticas. Aumentará su confianza sentirse autónomo. Pídele que tenga todo en su lugar y, también, que se ate los zapatos, se ponga la chaqueta, se vista, prepare su mochila, etc.
Aviso
Las reglas de integración y los límites de la aceptación son etapas fundamentales en el desarrollo del niño. Deben ponerse límites al niño que está creciendo para que abandone su «omnipotencia» y no crea que llorando puede conseguir todo lo que quiere.
Cuando el niño comienza a moverse explora un espacio al que no tenía acceso hasta ese momento, y se encuentra con gran cantidad de objetos convertidos en fuente de interés para él. Aquí es donde aparece la prohibición y, para el niño, surge la decepción.
No aceptará fácilmente lo que le digan. Con fuerza y determinación, se opondrá a estas nuevas prerrogativas. Los padres necesitarán paciencia, tenacidad y argumentos para conseguir que el niño escuche y acepte lo que está permitido y lo que no.
Se debe, por supuesto, encontrar el punto correcto en el establecimiento de límites. Hay prioridades: el respeto por los demás, la prevención de los peligros, las reglas de la vida, la cortesía… Con respecto a estas reglas básicas no puede haber negociación. Los adultos no deben apartarse de su palabra porque su fiabilidad es cuestionable y muy importante para el niño.
De hecho, un adulto confiable será alguien en quien el niño depositará su confianza y voluntad.
Es importante reconocerle al niño su derecho a estar enojado, pero tiene que aprender a contenerse.
Quisiera, por último, hacer hincapié en la necesidad de cohesión que debe existir entre los dos padres sobre los límites.
Si las reglas no son las mismas en ambos padres, el niño va a crecer en ambos lados y las cosas no le quedarán claras.
Un niño que acepta los límites puede avanzar en la consecución de su autonomía y sociabilidad.
En definitiva, debe seguir aprendiendo a crecer.
One Response
Lo mejor para los niños es que hagan deporte, se desestresan y queman muchas energías. En esta web deportemania.online hay un montón de información para aprender sobre distintos deportes, de esta manera estarás informado para poder practicar el próximo deporte que tú veas que se aproxima a tus gustos.