Trastorno de ansiedad por separación en niños
Tu bebé, que era tan alegre y sociable, comienza un día a llorar y se muestra tímido con los extraños o cuando sus padres no están. Esta fase se conoce con el nombre de «ansiedad de separación». ¿Qué hay detrás de esta fase? ¿Cómo ayudar a un niño que está en esta etapa?
La ansiedad por separación patológica
Diagnosticarla para apaciguar
Los síntomas sugestivos siempre debe tratarlos el psicólogo con el fin de disipar la ansiedad y no invalidar el proceso de maduración psicológica y emocional del niño que va a convertirse en adulto. Muchas de las ansiedades de los adultos tienen su origen en la infancia por falta de cuidados. El adulto sigue sintiendo emociones dolorosas que afloran a la superficie si se encuentra con una situación que tenga cierta similitud con el pasado.
Normal o patológica
Todas las personas experimentan momentos de angustia o ansiedad a todas las edades: cólico infantil, dolor de estómago, sequedad en la boca durante un discurso público, estado de agitación mientras se espera una operación quirúrgica, etc. La lista es larga.
La ansiedad normal se distingue de la ansiedad patológica por:
– Su intensidad.
– Su duración.
– Su impacto debilitante en la existencia.
– Impacto en el bienestar emocional.
Se habla de ansiedad de separación patológica cuando la separación de la figura de apego se convierte en importante para él.
La ansiedad del octavo mes
Este momento es reconocible cuando el niño, que no tenía este comportamiento antes, se pone a llorar en presencia de un extraño. Spitz da a este cambio la siguiente interpretación: el niño es capaz de distinguir las personas con las que está familiarizado de las que no lo son, y frente a un extraño se siente ansioso si no está presente su madre.
En efecto, el niño se identifica gradualmente con el mundo exterior y el reconocimiento de los otros le lleva a un momento afectivo doble. En primer lugar, el descontento. El niño entiende que el otro no es una extensión de sí mismo. Por otra parte, centra su interés en la persona o personas que le proporcionan satisfacción.
Los síntomas sugestivos
Al menos, nueve temores están presentes en un determinado momento de la vida cotidiana del niño.
– El niño teme que un peligro amenace a los que ama, que le dejen y no vuelvan.
– El niño imagina que podría perderse y nunca encontrar a los que ama.
– El niño se niega ir a clase con el fin de permanecer en casa.
– El niño se queja de dolor de estómago, dolor de cabeza, náuseas y vómitos en los días que debe ir a la escuela.
– El niño se siente incapaz de dormir fuera de casa sin sus padres o alguno de sus familiares. Tampoco quiere pasar la noche en casa de un amigo o ir a un viaje de estudios.
– EL niño siente pánico cuando se queda solo en casa.
– El niño tiene pesadillas relacionadas con el tema de la separación.
– El niño está muy angustiado por la idea de una posible separación.
– El niño se siente mal si se produce la separación y llora y suplica para recuperar lo más rápido posible a sus padres.
La separación traumática
Muy a menudo, durante las psicoterapias realizadas con niños, adultos, familias o parejas, la mayor angustia que se vive es la que experimenta el niño durante una separación traumática de sus padres.
Separado de sus padres, el niño experimenta angustia. Esta dificultad es aún mayor cuando la separación dura mucho tiempo, las personas con las que está son desconocidas o se encuentra en un entorno desconocido, o no hay una explicación que dé sentido a esta situación.
Esta dificultad se presenta en tres fases:
1) Fase de rebelión: El niño protesta y quiere ir a su casa para ver a sus padres. Utiliza todos los medios a su alcance para tratar de luchar contra esta situación que ni entiende ni acepta. Esta fase se queda, a menudo, enterrada en su memoria.
2) fase de la desesperación: La impotencia que el niño siente por no poder recuperar las figuras por las que siente apego, le sumergen en una profunda desesperación.
3) Fase de resignación: Con el fin de protegerse del dolor de la pérdida, el niño controla gradualmente sus emociones. Su objetivo es romper por completo con aquellos a los que ama y no encuentra. Se pliega psíquicamente y físicamente.
Durante el reencuentro, el desapego podría continuar pero si la separación no duró demasiado tiempo, puede ser reversible. Por contra, muchos niños, si no todos, no olvidan la angustia vivida y sienten miedo a perder a sus padres de nuevo.
Cuando el niño es adulto aún manifiesta ansiedad por lo vivido, aunque de manera más difusa, ante cualquier situación que presente cierta similitud con la tragedia vivida en el pasado. La reacción parece desproporcionada.
La amenaza depresiva en la adolescencia
Los cambios psicológicos en la adolescencia tienden a reactivar la angustia que el niño experimentó. De hecho, convertirse en adulto es equivalente a dejar la infancia y existir sin la presencia protectora de otros adultos. La autonomía es a la vez deseada y temida por los jóvenes.
Si el adolescente duda de su capacidad interna para estar solo en la vida, puede aumentarse por el recuerdo de la amenaza del temor sentido durante las separaciones traumáticas. Este reto puede parecerle insuperable, incluso insoportable. Cuando los adultos no perciben esta ansiedad, el adolescente lo pasa aún peor.
Odia enfrentarse a sus sentimientos y no estar a la altura. El riesgo radica en las conductas de escape que pueden derivarse: drogas, absentismo escolar…
Trata de entender la ansiedad que sienten los niños
La ansiedad es un sentimiento que precede o acompaña al miedo. Afecta a la relación del niño con uno mismo o con los demás.
El aumento de la ansiedad en un niño afecta al contexto familiar. Los familiares se sienten obligados a actuar. Hasta cierto punto, la angustia de la otra persona se vuelve angustiosa para los acompañantes. Puede ser contagiosa: «Tú me transmites tu angustia».
En los niños pequeños conocemos la ansiedad por separación. Al irse la madre, por ejemplo, el niño lanza un grito que señala el sentimiento de pérdida que siente. Con la edad, la madurez psicológica del niño le permita entender que una persona puede estar ausente sin que necesariamente desaparezca para siempre. Esto ocurre alrededor de los dieciocho meses.
La angustia del niño
Pero, la ansiedad puede persistir más allá de esa edad. Hay situaciones en las que el niño tiene gran dificultad para separarse de sus padres y salir de casa. Se preocupa por él y los demás. Puede desarrollar enormes temores con escenarios aterradores: ser secuestrado, tener un accidente, morir, etc.
Puede tener dificultad para conciliar el sueño, tener pesadillas, dificultad para estar fuera de casa, por ejemplo, ir de colonias. Si va, estará lánguido hasta el regreso.
Este niño requiere atención constante. Si no la tiene culpa a sus padres por no ocuparse de él.
Se queja de dolores de estómago o cabeza, palpitaciones y otros síntomas físicos, lo que refleja su angustia psíquica. Con el enfoque de la separación, el niño se vuelve difícil, llora y no obedece las instrucciones de los padres.
Los padres
Hasta ahora, la descripción se limita a los hijos. De hecho, encontramos que estos niños tienen padres preocupados que reflejan en ellos sus ansiedades por la separación y sus múltiples temores. Tienden a sobreproteger a sus hijos y les evitan tener nuevas experiencias sociales.
Tienen miedo al riesgo. Exageran los peligros y los problemas imaginando situaciones terribles. Entre estos padres, hay un gran número de madres deprimidas con un apego ansioso por su hijo.
El niño observa, obviamente, la ansiedad manifestada por sus padres ante diversas situaciones y puede incluirla en los sentimientos que manifiestan en el momento.
Por lo tanto, se establece un sistema de interacción padre – madre – niño alrededor de la ansiedad que se convertirá en uno de los denominadores comunes de la familia sentimental.
La ansiedad en determinadas circunstancias puede dificultar el proceso de empoderamiento del niño. De hecho, adquiere su autonomía mediante la separación de los padres. En primer lugar, se convierte en una persona reconocida como tal (proceso de individuación). A continuación, se comporta de manera autónoma (proceso de empoderamiento).
La ansiedad tendría su origen en el deseo experimentado por el niño entre los deberes y obligaciones con sus padres y su propio deseo de libertad. Por lo tanto, se convierte en una fuerza que atrae a los niños hacia el interior de la familia, lo que constituye un obstáculo esencial para lograr su autonomía e independencia.
Síntomas
Si además, el niño tiene un papel en la familia de «salvador», la autonomía se verá comprometida más allá. Este es el caso de los niño «pararrayos» dentro de las dificultades matrimoniales. En este caso, el niño tiene un papel que no le corresponde.
El papel que la familia le concedió, le llevará a una situación de conflicto interno que se manifestará con ansiedad, ira y agresión. Algunos niños se conviertan en extremadamente pasivos e inhibidos. Esta actitud puede ocultar los síntomas clínicos de ansiedad por separación.
Otras situaciones familiares pueden desencadenar síntomas de ansiedad en los niños. Se puede crear una ansiedad difícil de soportar que requiera una atención adecuada. La enfermedad o muerte de un miembro de la familia cercano puede desencadenar ataques de ansiedad difíciles de controlar.
Es importante encontrar la diferencia entre la ansiedad de separación en el niño y el rechazo a la escuela. Para el pediatra, la queja más común de ansiedad por separación de los padres es «mi hijo se niega a ir a la escuela. Se pone muy nervioso cuando llega el momento”. La fobia escolar se relaciona con miedo a algo o alguien en la escuela.
Por ejemplo, puede tener miedo al fracaso, tensión con un profesor o sentir el rechazo de sus compañeros.
Es normal que los niños sientan cierta ansiedad los primeros días que van a la guardería o escuela, o cuando cambian de una a otra.
Tratamiento
La gestión de un niño con ansiedad puede ser individual o familiar. La desensibilización sistemática (hacer que el niño tenga experiencias positivas que vayan más allá de su angustia) se puede utilizar como terapia de comportamiento. También hay ejercicios de relajación con o sin medicación.
La psicoterapia individual puede ser propuesta.
El tiempo que el «síntoma» es vivido y sentido por todos los que están alrededor del niño, hace que todos lo padezcan. La ayuda no sólo la necesita el paciente, sino también los demás. Pueden trabajar juntos para cambiar las reglas del juego y lograr que funcione el sistema familiar.
La ansiedad por separación en niños y adultos
Ya seas niño o adulto, la ansiedad por separación se caracteriza por un temor profundo ante la idea de ser separado de una persona o un lugar especialmente seguro.
A partir de esta idea, se deriva un sentimiento de ansiedad más o menos preciso pero muy desagradable que causa una pérdida de autonomía. La presencia de otra persona será necesaria para tratar de tranquilizarle.
La ansiedad por separación
Las razones son diversas y varían en función de si esta ansiedad afecta a niños o adultos. De todos modos, el vínculo emocional creado con el objeto perdido o la persona, es muy fuerte. Esta pérdida tiende a causar un vacío emocional que llega por sorpresa.
En la mayoría de los casos, este tipo de ansiedad se manifiesta a través de diversos comportamientos más o menos agradables para el entorno y para sí mismo (celos, ira, deserción escolar, pesadillas, depresión, chantaje, espionaje…). Reflejan una negativa o dificultad para aceptar la ausencia de un ser querido y crece el temor a perder lo que queda de los puntos de referencia.
A veces, también, puede ser un intento de manipular a otros para conseguir lo que se quiere.
Cómo impacta en el niño el divorcio de sus padres
Por ejemplo, cuando los padres se separan o muere uno de ellos, el niño experimenta una transformación que le desestabiliza y plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad de otros vínculos emocionales importantes.
La atención primaria de los padres se convierte en muy valiosa.
Desajustes
El niño se enfrenta a nuevos temores y carece de herramientas para lograr adaptarse a una realidad desconocida que percibe como amenaza.
La intervención de un adulto y, sobre todo, de los padres, es esencial para permitir que sus hijos comprendan lo que está sucediendo mientras se enfrentan a sus miedos.
De este modo, el niño junto a sus padres puede desarrollar un pensamiento que será validado por la experiencia, incluso si mamá y papá no están juntos. Cada uno de ellos seguirá existiendo y estará presente en su vida para poder recuperar la confianza.
Dependencia y apego
También encontramos este tipo de apego en los animales, especialmente en los perros. La ansiedad por separación es fácil encontrarla en un animal.
Este último, después de haber experimentado la separación necesaria para desarrollar su propia autonomía, fue adoptado por una familia. Tenderá a querer unirse a ella emocionalmente con riesgo de experimentar ansiedad si vuelve a sufrir la misma pérdida.
Cuando el animal se queda solo surge la ansiedad. Esto, a veces, le hace desahogarse, aunque no por venganza, mordiendo muebles, zapatos, almohadas, etc.
Sensación de vacío y ansiedad por separación
En los adultos, la ansiedad por separación tiende a ocurrir cuando, por ejemplo, un hombre entra en la vida de una mujer y llena un vacío en un área de su vida como el de la amistad.
La unión que se desarrolla es proporcional al tamaño del vacío sentido por esta mujer sin depender, necesariamente, de la calidad de los momentos compartidos.
De hecho, a veces una persona sola se aburre y el apego a otras se desarrolla. La impresión de saciedad relacional proporciona satisfacción sin cumplir efectivamente las necesidades reales de esta mujer y este hombre.
En la ansiedad por separación, cuando uno está listo para salir del cascarón, pronto el otro deja de ocupar un lugar en su vida. Esto dará lugar a un despertar doloroso frente a un vacío que previamente parecía estar lleno. ¿Es la finalidad de una relación llenar un vacío?
Variar las fuentes de seguridad
A pesar de la aparente facilidad y tentación que pueda representar, es mejor para la felicidad duradera dedicar parte del tiempo al desarrollo de las diferentes fuentes de alimentación emocional.
Llenará tu vida de diferentes maneras aunque dependa de una sola persona. Sería cuestión de desarrollar nuevas amistades. Cada persona tiene una vida con actividades independientes a las parejas compartidas.
Familiarizarse con el desprendimiento
Mientras tanto, puede ser apropiado prepararse para el fracaso en materia profesional, social, religiosa, familiar, amistades… Animará a adquirir nuevos comportamientos.
Mediante el desarrollo de más confianza, la autonomía emergerá y creará unas satisfactorias relaciones afectivas de base sin que se tenga una ansiedad de separación latente y haya una sensación de supervivencia.
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