Los niños suelen hacer preguntas sobre la religión y sobre Dios, y no debe molestarnos que las hagan. Son el resultado de sus pequeñas y curiosas mentes que se interesan por todo.
Es un signo de madurez que los niños hagan preguntas de este tipo. Quieren saber sobre el origen, el significado de la vida y la existencia de una posible continuidad. Quieren conocer la clave de tantas y tantas cosas.
Cómo hablar de religión a los niños
¿Cómo responderemos a sus preguntas? De manera auténtica. Los niños son muy sensibles y cuando preguntan necesitan respuestas.
Comparte tus sentimientos sin temer influenciarle. Aunque de momento se posicione con tus pensamientos, más tarde optará por un camino similar o diferente.
Hablar de cultura en familia es una riqueza real. Decir a un niño: «Creo esto, pero otras personas piensan de manera diferente», o incluso «No sé», les deja el campo abierto a otros horizontes y, sobre todo, al de su propia investigación. Tal vez el niño tiene abuelos y otros familiares con ideas diferentes. ¿Por qué no invitarle a descubrir estas diferencias?
No es necesario contarle la teoría científica en su totalidad o embarcarle en una comparación histórica de las religiones. No es necesario decirle todo, pero sí de la manera más simple posible manteniendo, sobre todo, la verdad (la verdad histórica o científica que los padres conocen).
Aprovecha la oportunidad para explorar con él sus propias ideas. Pregúntale: «Y tú, ¿qué opinas? ¿Qué piensas?». El niño descubrirá que todo lo que le cuentas no es, necesariamente, la explicación de los hechos y le ayudarás a encontrar sus propias respuestas. Aprenderá a diferenciar entre el conocimiento y lo que es el fin de la espiritualidad o moral pública.
¿Cuándo podemos empezar a hablarle de Dios a un niño?
Si los padres no practican alguna religión, pueden esperar hasta que el niño haga preguntas. Sin embargo, si son practicantes pueden llevarle a la iglesia, sinagoga o mezquita para explicarle lo que se hace allí. Pueden decirle que Dios es alguien a quien muchas personas rezan porque creen que existe y es el creador del mundo.
Más allá de los discursos sobre la existencia o no de Dios, los padres dirán lo que ellos creen, no se les debe obligar a nada.
¿Qué hacer si los padres pertenecen a diferentes religiones?
Deben ser claros y ponerse de acuerdo para decir al niño: «A mí me criaron en esa religión. A tu padre le criaron en otra».
En ningún momento los padres deberán elegir qué religión es la más adecuada para su hijo.
La religión debería centrarse en una ética de la vida
Más allá de las creencias, la religión debería centrarse en una ética de la vida. Los dioses de la religión católica, protestante, musulmana o judía están de acuerdo en algunas cosas: no se debe matar, robar ni torturar a seres vivos.
Podemos explicar al niño que en las religiones, la historia, creencias y ritos son diferentes pero tienen el mismo fondo.
¿Se le debe explicar al niño que tendrá confrontaciones por culpa de la religión?
Sí. Es algo que no debemos ocultarle porque puede que tenga problemas a causa de su religión.
También, se le debe hablar sobre las consecuencias de las terribles ideas de los adultos que matan en nombre de «verdades» que no tienen significado.
Hay que explicarle al niño que «creer» significa que no estamos seguros de que sea real. Que no hay ninguna prueba científica o verdad absoluta que lo certifique, y que cada religión tiene cierta validez. Una buena educación es esencial para la aceptación de las diferentes creencias.
¿Debemos hablar al niño sobre la religión en la que crecimos incluso si nadie cree en ella?
Es importante transmitir y mantener nuestra historia familiar. La hemos recibido y tenemos que transmitirla de generación en generación. Sin embargo, es importante saber que hablar de nuestras creencias no significa que tengan que ser impuestas.
Procura sentirte cómodo con tu hijo mientras hablas de religión. Ten una conversación acorde con su edad. Hazlo como si fueras un psicólogo o un maestro con amplitud de mente.
Recuerda esto, tómalo en serio.
Lo ideal es que a tu hijo, más que transmitirle tus creencias religiosas, le transmitas y enseñes valores que le sirvan y le den la posibilidad de integrarse de manera adecuada en la sociedad.
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