Groserías infantiles: ¿qué hago ante ello?
Mi hijo dice groserías: ¿qué hago?
Una pregunta recurrente entre los padres es: “Mi hijo dice groserías ¿Qué puedo hacer?”. Y, realmente, es un asunto que hay que saber tratar. Además, hay que hacerlo con mucho tacto, porque lo más probable es que lo haga por repetición. Quizás te escuchó a ti decir una mala palabra tras el volante, o su mejor amigo del colegio llegó con su vocabulario ampliado y de ahí lo aprendió. En cualquier caso, hay estrategias para evitar que lo siga haciendo.
¿Por qué mi hijo dice malas palabras?
Lo más seguro es que escuchó decir esa grosería en medio de una expresión efusiva. Eso, probablemente, le emocionó o causó extrañeza. Es algo que simplemente quiere experimentar. Desea descubrir lo que sentirá al decirla. Y si la reacción de los adultos es la risa, la repetición insistente será la norma. Por eso, es importante que sepas manejar la situación aunque te coja por sorpresa. Tu hijo no debe decir groserías y tú debes hacerle saber que es una norma inquebrantable.
La primera vez que tu hijo diga una mala palabra es probable que ni siquiera sepa lo que significa. Tan sólo lo hace porque le escuchó a alguien. Es vital que evites decir groserías mientras tu hijo tenga entre 12 meses y cinco años. También debes darles esa pauta a los adultos que conviven con él y decirles que deben respetarla. Así evitarás que las escuche y repita para desafiarte en medio de una pataleta. Y si te sales de control y dices una grosería, tienes que saber explicarle que no debe decirla. Cambiar el tema de inmediato es una manera de ayudar a tu hijo para que no vuelva a repetirlas. Cuando le escuches mencionar groserías, no debes asombrarte ni molestarte pero sí entretenerle. Eso bastará para conseguir que se interese por otra cosa y olvide lo que dijo.
Cómo corregir las malas palabras en los niños
Actúa con naturalidad
Lo primero que debes hacer es evitar reírte aunque la tentación sea fuerte. Sabemos que son palabras que te parecerán graciosas en la boca de tu hijo pero no es así. Si te ríes estarás reforzando esa acción y lo seguirá haciendo. Debes tener en cuenta que para los niños es satisfactorio hacer reír a los adultos. Si estás frente a familiares, amigos o desconocidos y tu hijo dice una grosería, debes medir tu reacción. Quizás tu sonrisa en ese momento sea por nerviosismo o vergüenza pero tampoco se justifica. Recuerda que tu hijo se está formando. Ten presente que en su vocabulario deben existir palabras que le ayuden a expresarse correctamente. Sentirás mucha alegría cuando pase el tiempo y tu hijo vaya formándose de manera apropiada. Las palabras que diga mientras sea pequeño y te causen risa, te traerán vergüenza más adelante si no le corriges.
No le regañes en público
Si regañas a tu hijo al escucharle decir una grosería en público, evalúa bien la manera en que lo haces. Si delante de otras personas esa es tu respuesta, el resultado será negativo. Lo único que lograrás es que tu hijo guarde bajo la manga la forma ideal de molestarte. A esto hay que sumarle que, si tu regaño es exagerado, su autoestima se verá severamente afectada.
Sustituye la grosería por otra palabra divertida
Si tu hijo dice una grosería, espera a ver si la repite en otras oportunidades. Si en efecto insiste con la mala palabra, intenta sustituirla por otra que sea divertida. Funcionará si, cuando la dice, causa risa entre los adultos, y tu hijo se olvidará rápidamente de la grosería. La idea es persuadirle con una frase o palabra que no haya escuchado, llame su atención y le cause gracia.
No le expliques demasiado
Explicarle qué significan las groserías no funcionará. Por el contrario, va a aprender a usarlas en el momento justo. Así que lo que tienes que hacer es no poner mucho interés en el asunto. Que el niño sepa que no debe decirlas es suficiente. Se trata de que no las diga, así como tampoco debe sentarse en el asiento delantero del coche o comer en el sofá. También puede funcionar que cuando diga una mala palabra, le digas que no entiendes lo que dice e ignorarlo.
No cedas ante sus groserías
Es normal que a manera de chantaje, tu hijo diga groserías que debes corregir a tiempo. Si sabe que te molesta escucharle decir una grosería, la usará para conseguir que le des eso que quiere. En ese caso, no debes ceder. Tiene que entender que cada vez que la diga, no recibirá nada de lo que desea. Le dirás que no debe repetir bajo ningún concepto esa palabra y que no le comprarás el helado que pidió. Puedes recompensarle cuando no diga groserías. Él mismo se dará cuenta de tu reconocimiento y hará los cambios.
El respeto como valor
Seguro que has escuchado muchas veces que, desde pequeño, debes inculcarle valores. El respeto es uno de ellos. Tiene que crecer sabiendo que debe ser un niño respetuoso en todo momento. Le explicarás que las groserías no son aceptables y que no debe decirlas nunca. Al conversar con él debes hacerle ver que no sólo en tu presencia debe evitar las groserías. También debe evitarlas en todos los sitios en que se encuentre, estés o no allí, ya sea la guardería, el colegio, el parque o la casa de otra familia. Nunca tiene que decirlas. Otro elemento vital de la crianza con valores es saber que aunque otros sean groseros, él no debe serlo.
Consecuencias de decir malas palabras
Puede pasar que, además de decir groserías o malas palabras, el niño puede tener otras dificultades a nivel personal y social, además, pueden ser más propensos a enojarse fácilmente con otras personas y decir cosas que puedan hacer sentir incómodos a la gente de su entorno. Mucha gente puede asumir que somos malos padres y no sabemos educar a nuestros hijos. Así que, no se debe tolerar que utilicen groserías para dirigirse a otras personas.
Consejos finales
- Si tu hijo dice malas palabras para llamar la atención, tienes que ignorarle y educarle. Nunca debes caer en el juego de la provocación porque te perderá el respeto.
- No olvides que el ejemplo empieza por casa. Evita decir groserías para que tengas la suficiente moral para enseñar o corregir a tu hijo.
- Tampoco exageres cuando le regañes, puede repetirlas por rebeldía. No le castigues, es mejor que converses con él.
- No le discrimines por decir groserías, podrías causar problemas en su habla.
- No festejes, rías o tomes la grosería como un chiste porque el niño lo asumirá de la misma manera.
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